Sentí la vida
La vida no es un camino recto, ni un mapa con rutas definidas. Es viento, es agua, es fuego danzando en la incertidumbre. Pero también es tierra, firme y ancestral, la raíz que nos sostiene cuando todo lo demás se desmorona. No vinimos a repetir historias que no nos pertenecen, no nacimos para seguir huellas ajenas en ese suelo. Vinimos a escribir las nuestras, con la tinta de nuestra alma y el pulso feroz de nuestro destino. Para vivir plenamente, debemos sentir cada latido.
Sé auténtico. No te achiques. No te encojas. No te dobles para encajar en moldes que nunca fueron hechos para vos. No silencies tu voz por miedo a romper el equilibrio de otros. Sé quién viniste a ser, incluso si el mundo no está listo. No viniste a ser una versión diluida solo porque es lo que los demás esperan. Viniste a brillar, a expandirte, a incomodar si hace falta. Ser quien sos, sin disfraces ni disculpas, es el mayor acto de amor propio. La verdadera esencia es un relámpago en la noche: ilumina, aunque asuste.
Habitá el presente. No te pierdas en los fantasmas del ayer ni en las promesas del mañana. Dejá de correr tras el tiempo como si fuera algo que se te escapa. Lo único real es este segundo, este suspiro, este instante que se desliza entre tus dedos como arena dorada. Esta risa. Esta lágrima. Este aire llenándote los pulmones. Miralo, saborealo, dejá que te atraviese. Viví aquí, ahora, porque el futuro es un espejismo y el pasado ya no te pertenece.
Amate primero. Dejá que ese amor se desborde como río tras la tormenta. Amá a pesar de los naufragios, a pesar del miedo. Amate con locura, con pasión, y luego dejá que el amor se expanda como raíces que quiebran la tierra. Amá con las manos abiertas, sin cadenas ni condiciones. No calcules, no retengas, no te protejas demasiado. El amor no se mendiga, se entrega.
Expandite y evolucioná. El agua que no fluye se estanca. No sos el mismo que ayer. No serás el mismo mañana. No temas cambiar, no temas destruir para renacer. Cada versión tuya es un escalón hacia la cima de tu propia existencia. Dejá que la vida te rompa las veces que haga falta, porque en cada grieta aparece la luz.
Atrevete. La vida no espera a los cautos. Salta. Animate a sentir, a perder, a equivocarte con toda la piel. No hay gloria en la comodidad, no hay vida en la tibieza. No hay magia en lo seguro. Salta aunque te tiemble el suelo. Aunque no veas el agua. Aunque el abismo te aterre. Salta.
Disfrutá el viaje. No pongas la felicidad en un futuro lejano. No la ates a una meta que quizás nunca llegue. La vida no es la cima de la montaña, es cada paso en la subida, es el aire frío en la piel, es la risa entre jadeos, es la caída y el volver a levantarse. No te pierdas la belleza por estar demasiado ocupado buscándola.
Vivir plenamente no es tenerlo todo. No es entenderlo todo. Es ser el viento que arrasa y la roca que resiste. Es ser el incendio y la raíz. Es perderse y volverse a encontrar, una y otra vez. Es existir con la certeza de que estamos acá para sentirlo todo. Para abrazar la incertidumbre. Para arder en la experiencia y, aún así, encontrar belleza en cada renacer.